La familia de BEA es muy grande y todos nos preguntamos cómo consiguen salir adelante con el escaso sueldo que perciben mensualmente. Son siete niños los que tiene a su cargo, aunque solo cinco biológicos, pues se prestó a cuidar de dos más cuando una de ellas quedó huérfana y cuando la familia de la otra no pudo hacer frente a la carga económica que ésta suponía. Ahora actúa como madre de todos y está muy orgullosa rodeada de todos los niños.
Compartimos nuestros días en Songa Mbele con ella y nos transmitió una energía impresionante. En Songa era la responsable del cuidado y la atención a los más pequeños discapacitados. Cantaba canciones para ellos, bailaba, jugaba con ellos y se ocupaba de que estuviesen bien y mejorasen a través de la estimulación sensorial y del cariño que todos los días les daba. Estaba siempre contenta y con ganas de hacer todo lo que propusiéramos. Tenía tantas ganas de conocernos que se ofreció para llevarnos a su chabola dentro de los inmensos suburbios de Mukuru, nos acogió en su hogar para contarnos cómo era el día a día de las familias que viven en esas condiciones y las dificultades a las que se enfrentan para intentar llevar una vida digna. Ahora en sus mensajes nos repite lo agradecida que está por nuestra aportación y la importancia que para ella tiene la educación de sus hijos, valor fundamental para que un día vivan en condiciones mejores que las que ella les puede ofrecer. Su marido Jectone sale de casa todos los días en busca de trabajo y su jornal es otro gran apoyo a la economía familiar.
Los hijos de Bea son: Faith, Eliakim, Lydia, Sam, Jeffshady, Gideon y Dorcas.

La familia de Grace tiene cinco hijos. Los más pequeños son Mary, Catherine y Christopher, a los que tuvimos la oportunidad de conocer durante nuestra estancia en Nairobi. Los otros dos, Joseph y Lucas, ya no viven con su madre por aquel entonces porque tras padecer ésta un ictus en el año 2010 y que su marido la abandonase por esta razón, dejándola sola a cargo de los cinco menores, no le quedó más remedio que pedirle a sus hermanos que se hiciesen cargo de ellos y vivían en otra localidad.
El más pequeño de todos, Christopher, es un niño muy despierto que conseguía comprendernos a pesar de las dificultades del lenguaje, aunque entre el kiswahili y el español hay pocas semejanzas él se las apañaba para que entendiésemos lo que quería de nosotros. Un terremoto que siempre andaba por ahí demandando la atención de los demás e intentando aprovechar todo el tiempo posible entre juegos y abrazos, tanto que cada día acabábamos derrotados y con unas buenas agujetas preparadas para la mañana siguiente!
Chris tiene mucha capacidad para aprender. Su madre nos contaba orgullosa que es uno de los mejores estudiantes de su clase y piensa que podría tener un buen futuro con el apoyo necesario. Nosotros solo queremos facilitarle el camino y que tenga unas oportunidades equivalentes a las de cualquier niño de su edad.
Los hijos de Grace son: Lucas, Joseph, Mary, Catherine y Christopher.
Recientemente Grace se ha hecho cargo de una sobrina, Violate. Violate vivía en su pueblo natal con una monja que asumió su cuidado desde que hace unos años, tras la muerte de su madre, su propio padre intentara violarla. Esta monja tuvo que regresar a su Tanzania natal y desde entonces la joven vive con Grace y sus hijos.